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25 ago 2005GENTE, FATTI E…FANTASIE

BUENOS AIRES - 25 ago - (Italia Estera/La Tribuna Italiana) -  GENTE, FATTI E…FANTASIE
Felice Lora: personaje para reivindicar
Tuve la oportunidad de leer una interesante publicación, editada por iniciativa del infatigable Console Generale Plácido Vigo, volumen que contiene una minuciosa reseña histórica del edificio que alberga distintas dependencias del Estado Italiano e italianas, como por ejemplo: el Consulado, el teatro Coliseo, el Insitituo Italiano de Cultura, la Feditalia y la Cámara de Comercio entre otras, sitio que, por distintas circunstancias es emblemático para nuestra comunidad. Entre los varios capítulos, uno en particular despertó mi atención, aquel que se refiere al Conde Felice Lora.
Se trata de un personaje interesante en todas sus facetas, una historia que relata como un humilde emigrante se convierte en próspero empresario, idealista y filántropo quien dona gran parte de su fortuna a "sus hermanos espirituales, los emigrantes", la comunidad italiana.
Intenté explorar con mayor profundidad el personaje con escasos resultados. En la Dante Alighieri ubiqué el Diccionario Italo-Argentino del año 1976, realizado por Dionisio Petriella y Sara Sosa Miatello, que en la columna dedicada a Felice Lora, entre otras consideraciones señala: "En el hall del teatro Coliseo, una placa de bronce testimonia la gratitud de la colectividad italiana hacia su benefactor"
Suelo concurrir al Coliseo y quise apreciar la placa, la busqué en el hall, en los distintos pisos, me encontré con un enorme busto de Leonardo Da Vinci (alguien se llevó la placa con su nombre como souvenir) y con la escultura de un caballo. Pero ningún signo de homenaje a Felice Lora; la búsqueda resultó infructuosa, la placa desapareció. Las autoridades consulares y de la Fundación Coliseum deberían ocuparse de que la placa sea repuesta, de manera que quede un testimonio, como justo homenaje a este emigrante italiano ejemplar.
El pasado.
Storia d'emigrante
C'era una volta….un giovane piemontese, classe 1886, que emprendió un largo viaje para alcanzar un próspero país, Argentina. Se embarca con su equipaje, una humilde valija de cartón cargada con todos sus bienes: laboriosidad, espíritu de sacrificio, sueños y esperanzas. En la nueva tierra los primeros tiempos ponen a prueba su templanza, padece el sabor amargo del desarraigo y la soledad, supera la crisis pero se formula una íntima promesa: hacer todo lo posible para que otros no soporten los mismos sinsabores. Emprende los trabajos más humildes hacia la actividad comercial en el rubro inmobiliario. Tiene éxito se convierte en un próspero empresario y se manifiesta su enorme generosidad, manda a construir un pabellón en el Hospital Humberto I de La Plata, en el Hospital Italiano de Buenos Aires, contribuye con importantes aportes de dinero. Italia involucrada en la 1ª Guerra Mundial, lo nombra delegado de la Croce Rossa y por sus múltiples actividades filantrópicas el Gobierno le otorga la insignia di Grande Ufficiale e il Re el título de Conte.
El legado
En el año 1925, presiente el fin de su vida, dicta su testamento y entre otros bienes dona, $ 150 mil de la moneda de aquel entonces, a la Municipalidad para la construcción de un albergue para pobres (El Hogar Felix Gabriel Lora, actualmente ubicado en la Avenida Paseo Colón 811) y $ 800 mil al Gobierno Italiano, cuantiosa cifra - el calculo efectuado por expertos la ubican en el orden de los 122 millones de Euros - para la construcción de "un gran palacio destinado a la Casa d'Italia” donde debían establecerse, el consulado, asociaciones y "una grande sala per ospitare i grandi eventi riguardanti l'intera comunitá italiana".
Felice Lora, muere ese mismo año a Torino, nel suo Piemonte con la voluntad expresa que sus restos sean trasladados a Buenos Aires que asiste a una de las más grandes manifestaciones de pesar popular de la época. El velatorio se efectua en la Unione e Benevolenza.
Caminos cruzados….
Para cumplimentar su testamento el gobierno italiano adquiere en 1937, el predio del teatro Coliseo que luego será demolido. Felice Lora nunca imaginó que aquel sitio donde solía presenciar espectáculos líricos, en 1915 y en el que en 1917 aplaudió de pié a Enrico Caruso, se convertiría en su anhelada Casa d'Italia.
El Presente
Como las hojas de los árboles en otoño, los recuerdos de nuestro personaje cayeron. El viento del olvido se llevó el Premio Felice Lora (creado por la Fundación Coliseum en reconocimiento a aquellas instituciones que se destacaran en difundir la cultura italiana ), luego, arrasó con la placa y vaya a saber como seguirá la historia. Se aproxima la primavera, y esas hojas, una metáfora, pueden volver a brotar con más fuerza, un reconocimiento, la reivindicación de un personaje que fue protagonista de la mejor historia de nuestra colectividad. Tal vez alguien organice un gran homenaje el año próximo, el 27 de mayo al cumplirse en 135 aniversario de su nacimiento o designe el edificio con el nombre de Felice Lora e inclusive lo extienda al Teatro Coliseo…
Una reflexión final. Nuestros dirigentes y nosotros como comunidad deberíamos ejercitar con mayor frecuencia esta suerte de excursión proustiana y no en busca del tiempo perdido, sino de los personajes injustamente olvidados como el caso de Felice Lora al que, vaya paradoja, la ciudad de Buenos Aires dedicó el nombre de una calle a su memoria (Felix Lora, en Caballito y es recordado también en otras localidades come Claypole y Almirante Brown) y nosotros extraviamos una simple placa de agradecimiento.
Perder la memoria es en alguna manera, perder la conciencia del ser.

                                                       WALTER CICCIONE




 
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